Así era como la gente jugaba a los vídeojuegos antes de que aparecieran las videoconsolas y para bien o para mal, se lo cargaran todo. En lugares como estos era posible hacer amigos que solo duraban un par de partidas, era posible que te robasen y era incluso posible, si no andabas espabilado, que el encargado del local te mirase con ojos golosones y tuvieses que largarte de allí a riesgo de pasar una tarde toreando miraditas incomodas de un señor mayor. Eran los años 80.

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