Tengo dos noticias: una mala y otra buena.
La mala es que he decidido dejar mi cuenta de Twitter, o de X, como prefieras llamarlo. Esto se debe a que, con cualquier cosa que digo, siempre hay alguien dispuesto a buscarle un defecto. Además, siempre tengo la sensación de que, si no me defiendo allí, es como darles la razón. La verdad es que no tengo tiempo para estar defendiéndome en Twitter. Antes, hace 6 o 7 años, tenía su gracia, pero ahora ya está muy visto eso de pelearse con la gente en público. Es, en cierto modo, una falta de clase andar con las típicas peleítas de Internet.
La buena noticia es que he abierto un nuevo canal en Telegram. Lo usaré igual que usaba mi cuenta anterior: para subir y compartir cosas.
¿Y por qué no uso mi canal anterior? Te estarás preguntando. Pues, aunque parezca increíble, no recuerdo la contraseña. Cambié de número de móvil, perdí el acceso al que tenía, y no consigo entrar a mi cuenta antigua. Esa es la triste verdad.
El canal es privado, para evitar que la policía de Internet me lo cierre.
La invitación es esta:
https://t.me/+m_Chowfpx6E2ZGE8
La idea es que, en un par de días, quitaré la invitación, y así solo podrá seguirme quien verdaderamente haya tenido interés en hacerlo. Seremos menos, eso seguro, pero nos lo pasaremos mejor.