Cuenta la Wikipedia que The Huffington Post es un diario de noticias online y un agregador de noticias fundado por Arianna Huffington, casada con el congresista republicano Michael Huffington del que adoptó su apellido, el apellido que da nombre a la web.
The Huffington Post abrió en el 2005 y en Febrero del 2007 fue comprado por AOL. The Huffington Post no paga a sus bloggers/periodistas/gente que escribe allí sino que les ofrece «exposición» es decir: Trabaja para que te vean, que lo mismo alguien te ve aquí y te ofrece un trabajo pagándote. Cuando The Huffington Post fue vendido por 315 millones de dolares a AOL hubo una pequeña revuelta de editores que afirmaban que The Huffington Post se había vendido gracias a su trabajo y ya que jamas habían recibido un dólar por escribir ahora que se iba a vender querían un trozo de pastel. Evidentemente no vieron un duro. No me parece mal, yo hubiese hecho exactamente lo mismo.
Hace un par de días The Huffington Post llegó a España. Y con «llegó a España» quiero decir que les vendieron el formato a El País.
Pero no es el primer modelo que El País intenta emular. Hace alrededor de un año se inauguró Smoda, la versión online de la revista que reparten cada sábado con el diario El País. Hablando un día con la que era en ese momento directora de contenidos de Smoda, (la misma persona que ahora es la redactora jefe de «El Huffington Post») me comentó que la idea con Smoda era hacer de él un «Refinery29» refiriendose a Refinery29 la popular web de moda y tendencias estadounidense. Su manera de «hacer un refinery29» básicamente se limitó a inspirarse en el template de Refinery29 y llenarlo de contenido bastante mediocre, un contenido lamentable escrito por gente desde su casa a la que le pagaban literalmente cuatro duros.
Todos estos intentos de clonar éxitos extranjeros por parte de webs españolas no me parecen del todo mal. Hay una gran masa de público español que no habla inglés y al que en teoría se les puede vender la misma idea y aspirar a tener exito con ella. Esto se ha hecho en España desde incluso antes de Internet. Chicho Ibañez Serrador fue un maestro en la idea de copiar formatos televisivos de USA y traerlos a España y le funcionó. Como digo, no me parece mal. Pero copiar la misma idea no es simplemente copiar el aspecto, o usar el mismo template o el mismo cms de la web ; copiar una idea bien es copiarla en contenido y en calidad. Pero eso ya requiere algo de esfuerzo y de trabajo.
El problema de todas estas webs, estos intentos por clonar webs de USA y traerlas a España, es que SIEMPRE FRACASAN. No llegan a ser ni un 5% de lo que aspiraban a ser el día de la inauguración.
¿Por qué fracasan? fracasan porque los que ponen el dinero en la mesa, en este caso El País, ponen los mandos de la nave en manos de periodistas que no tienen ni la más remota idea de cómo funciona Internet. Gente que cree que por haber comprado un nombre «El Huffington Post» tienen gran parte del trabajo hecho. En este caso en concreto el nombre no sólo no es una ayuda si no que es un gran inconveniente, no hay un sólo español con los huevos suficientes como para escribir bien el nombre de la web a la primera. Comprar «El Huffington Post» es totalmente innecesario. Han comprado humo. Un nombre, una manera de hacer las cosas al que ni pueden ni piensan ponerse a la altura. Comprar «El Huffington Post» es pensar que beber sangre de jaguar te va a hacer correr a 100 km/h. Para correr a esa velocidad hay que ser un jaguar no basta con disfrazarte de él o beberte su sangre.
Internet es una guerra abierta, lo ha sido siempre. A internet se debe entrar con la mentalidad correcta, hay que estar preparado para todo y sobre todo hay que tener experiencia de verdad, hay que tener cicatrices. Llevar a una web al éxito en Internet siempre ha tenido más de pilotar un barco pirata que de montar un tienda de ‘cupcakes’, que es lo que parece la redacción de El Huffingtong Post. Confiar en que las cosas van a salir bien, confiar en twitter y en el «boca a boca» y en los ‘retuits’ es un error de gente naïf, es un error de principiantes y sobre todo es un error de estúpidos. El boca a boca puede funcionar, pero solo cuando lo que se hace en un sitio es excepcional y este no es el caso. Lo que se hace en El Huffington Post dista mucho de la excepcionalidad o de lo fuera de lo común. Ya el primer día hicieron el ridículo con un fotomontaje en la portada y si te pones a leer lo que están escribiendo sus bloggers te das cuenta de que si por algo no han apostado ha sido por la calidad de contenidos. Pero de verdad no quiero hacer este post desde la postura de «vamos a criticar lo que han hecho», sino desde la sopresa que me causa ver cómo empresas ponen proyectos en Internet en manos de gente ineficaz una y otra vez.
«El Huffington Post» es un proyecto abocado al fracaso, desde antes incluso de ser inaugurado, simplemente porque una web así necesita un capitán pirata muy malo, con un garfio, experiencia en batallas y sobre todo muy mala leche. Un Capitán que cuente con un equipo de gente que sepa de qué va Internet, gente curtida, gente que haya tenido webs, gente que haya vivido de Internet y que sepa a que se está jugando realmente. Y El Huffington Post (el español se entiende) no tiene eso. Tiene a una presentadora de informativos a la cabeza y un equipo de gente que no entiende de Internet mas allá de traducir chistes de 4chan y de hacer retuits en Twitter.
El Huffington post, como he dicho antes, estaba muerto antes de nacer y la única forma en la que podría sobrevivir es relegando a un segundo plano a todos esos periodistas y contratando de una vez a gente que sabe lo que hay que hacer para que las cosas funcionen en Internet, que es justo lo que suelen hacer en ese país al que algunas veces le intentan copiar y otras veces les compran los formatos de las webs. Los periodistas están muy bien para escribir en Internet, para poner el contenido de las webs, pero escribir en Internet no tiene nada que ver con hacer que una web funcione.
Pretender que periodistas lleven adelante una web y entiendan lo que están haciendo es como pretender poner a dependientes de gasolinera, el que pone la manguera en tu coche y te vende las patatas fritas, al cargo de una compañía petrolera. O pensar que porque un granjero es muy bueno ordeñando vacas, va a saber cómo hacer que las acciones de la compañía lechera suban en la bolsa. La realidad es que el contenido de una web es una cosa, y su funcionamiento y sobre todo el llevarla a ser rentable y algo con éxito otra muy distinta. Hacer que una página funcione pasa por crear contenido de calidad, sí, pero sobretodo pasa por saber qué hacer con ese contenido en internet. Eso es algo que va mucho mas allá de recitar 4 frases sobre seo y viralidad oidas por un ponente que tampoco sabe muy bien de lo que está hablando. Es mas complicado que mirar los trending topics del día en twitter o contar el número de veces que se ha repetido un ‘hashtag’. Es algo que únicamente lo obtienes cuando llevas años peleando en Internet 15 horas diarias y te las sabes todas, las buenas y las malas artes.
En El Huffington Post no tienen nada de eso. Tienen un equipo de gente tibia. Por lo que he leído no son buenos escritores, por lo que conozco, a los que conozco, no saben de internet mas allá de lo que sabe alguien a nivel usuario. La razón por la que ocurren estas cosas, imagino, es que los dueños del proyecto, la gente que está detrás, los que compraron el nombre del Huffington Post y se encargaron de escoger al equipo, no saben realmente lo que están comprando. No saben mucho de internet. Es como si una persona que no sabe nada de joyas, yo por ejemplo, voy a un mercado negro de rubíes. Lo más probable es que no sepa ni lo que estoy comprando. Seguramente me darán un trozo de cristal y me iré tan contento.
No quiero decir que los han engañado, ni que los han timado, simplemente que cuando no sabes lo que necesitas es imposible cubrir tu necesidad. Esta gente ha contratado a un equipo de personas porque creen que ellos «saben de internet». Creen que saben de internet porque esta gente tiene una cuenta de twitter con followers, y hablan de conceptos que suenan técnicos, pero no saben más de cómo funciona internet que un usuario medio. Conocen la terminología, porque pasan mucho tiempo en internet, pero el tiempo que pasan aquí lo pasan leyendo blogs, foros, feeds, revisando los trending topics de twitter y jugando en Facebook, y no trabajando por hacer que una web tenga éxito y por supuesto nunca se han jugado su dinero en un proyecto. Ellos siempre cobran y así no se suele aprender nada.
La gente que lleva El Huffington Post (la versión española) es como el pasajero de un autobús. Si cada día te montas en un autobús, seguramente sabes que tiene asientos, que tiene una barra de la cual puedes agarrarte, conoces cuáles son las paradas y cuál es su capacidad. Pero el pasajero pasa todo el viaje mirando por la ventanilla, con los auriculares puestos y enviando mensajitos por el móvil. Lo más probable es que si pones al pasajero al volante descubras que aunque conoce el autobús no sabe ser chófer de autobús. No sabe cómo meterse entre los coches o cómo evadir el tráfico no sabe ganar minutos para llegar a tiempo a las paradas y lo mas probable es que al mas mínimo contratiempo termine estrellando el autobus contra la cristalera de un Starbucks.
Esta es básicamente la razón por la que en Internet en España tienen éxito muchísimos proyectos que empiezan siendo proyectos personales, proyectos de gente que se juega su dinero y su tiempo, y casi ningún proyecto creado por empresas grandes llega a ninguna parte. Esa es la razón por la que en Internet puedes vender mas de 13000 copias de un proyecto de ebook en menos de dos meses desde el salón de tu casa o la habitación de un hotel, mientas que las editoriales dicen que el mercado del ebook esta verde todavía.