Casi todas las mañanas cuando me despierto suelo pasear desde mi dormitorio hasta un despacho que tengo al otro extremo de la casa.
Suelo recorrer el espacio que separa un lugar de el otro sin pararme. Es más o menos como ir montado en uno de esos trenes pequeños que te pasean por dentro del parque de atracciones. Lo primero que me encuentro en mi camino es un ventanal muy grande que da al jardín y aprovecho mientras paso por delante para hacer gestos con los brazos señalando algo al azar al jardinero, como si estuviese muy enfadado con lo que esté haciendo en ese momento al tiempo que muevo la boca como si le estuviese gritando; él cree que realmente le estoy gritando desde el otro lado del ventanal, y se pone firme y dice que si muchas veces con la cabeza. Yo no tengo ni idea de jardinería, ese señor podría estar destrozándolo todo y yo no me daría cuenta, pero he aprendido con los años que ese tipo de gestos mantienen al personal de servicio a raya y ellos en el fondo creo que hasta lo agradecen. Les gusta pensar que hay alguien que los vigila, si hay alguien que lo vigila y aun no lo han echado a la calle es que lo está haciendo bien, tiene su puesto de trabajo seguro.
Por el camino, también paso por la cocina, pero ahí no juego. A las cocineras procuro caerles bien, no quisiera que una de esas gordas escupiese en mi comida. Las veces que he tenido un problema con ellas he mandado a otra persona a poner orden y yo he hecho como si estuviese de parte de ellas. Por la cocina paso sin parar y dando los buenos días. Si quiero saber que hay de comer ese día no paro, simplemente giro la cabeza y miro hacia atrás mientras sigo caminando o pregunto a otra persona del servicio.
Creo que no lo he contado nunca, tengo 5 hijos y uno en camino. Empecé muy joven a tener hijos, por lo general me suelo cruzar con alguno en ese paseo al que saludo y regaño al mismo tiempo: “No creas que no me han contado la que liaste ayer…”, cuando son 5 y pasan todo el día en la casa siempre hay un motivo para repartir capones y regañinas. Ninguno de ellos va al colegio, no enviaría jamás a un hijo mío al colegio a ponerlo en manos de pedofilos o a que los adoctrinen en el culto a la miseria y al comunismo al que adoctrinan hoy a todos los niños en los colegios. Vienen dos profesores a darles clase, así que la casa está siempre llena de gente.
Sobre la mesa de mi despacho cuando llego está mi desayuno, alguien lo lleva desde la cocina a mi mesa corriendo cuando escuchan que me acababo de levantar. Siempre desayuno una ensaimada y una Cocacola.
Todas la mañanas suelen ser parecidas y en ese recorrido que hago lento pero sin detenerme suelo pensar qué es lo que voy a escribir aquí. Hoy al pasar por la cocina la radio estaba encendida de fondo y estaba sonando la mejor canción que he escuchado este año:
The Weeknd – I Feel It Coming ft. Daft Punk
No deja de ser triste que la mejor canción de este año pertenezca a The Weeknd que es un gordito que imita a Michael Jackson, pero que le vamos a hacer, hoy nos tenemos que conformar con sucedáneos de casi todo. Por otro lado es de agradecer que haya al menos un negro cantando y la canción no vaya de que te va a matar a ti, a la policia o peor aun a los dos.
En Asia pasa justo lo contrario, parece que ellos acaban de encontrar sus propios 80/90, acaban de llagar allí y hacen vídeos musicales como este.
https://www.youtube.com/watch?v=5b3TCfitQy4
¿No te parece fantástico? No hay ningún tipo de mensaje politico ni reivindicación de ninguna clase oculto en el vídeo. Es solo música cursi. Parece que estoy escuchando al Glenn Medeiros coreano, es normal tienen sus propios 90. Lo bueno de eso es que si te vas a Japón a pasar no 5 días de turista sino un año entero vuelves a vivir en los 90, lo malo es que no vas a querer volver a occidente después de eso. ¿Quién en su sano juicio querría volver de 1990 a 2017? Nadie.
Me acabo de dar cuenta cuando me senté a escribir esto hace un rato que sois 873.031 los que recibís el email de Greenshines. En un principio, hace algunos años, cuando no existía ni Facebook ni Twitter ese email lo enviaba solo a algunos amigos a los que conocía en la vida real y a los que les gustaba que les pasase cosas que encontraba por Internet y fíjate en lo que se ha convertido ese email.
Posiblemente este año lleguemos a ser 1.000.000 UN MILLON. Normalmente cuando se celebran cifras se suelen dar las gracias a los lectores y yo las daría de corazón si os las merecierais, pero es que creo que el mérito aquí es solo mío. Soy posiblemente la persona más leída de España y hasta ahora he pasado casi desapercibido.
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