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La paradoja de las feas que están buenas la he tratado aquí en Greenshines en al menos una docena de ocasiones. Las feas que están buenas son una trampa, un truco, una estafa un anzuelo y en definitiva un efecto óptico que utiliza la naturaleza para asegurarse la perpetuación de la especie incluso en casos imposibles.
Pasados los años las feas que están buenas terminan siendo simplemente feas, y el que se quedó con ella pasa a ser la víctima de un cruel juego de La Silla de la reproducción. Hasta ahora, el método de defensa más eficaz que ha encontrado el hombre para burlar a la imparable fuerza de la reproducción ha sido el coito anal, no es perfecto y tiene sus inconvenientes, pero es 100% infalible. Sí, se que hay otros métodos pero yo no jugaría con ese 1% de azar en temas tan serios como el que estoy tratando aquí. Fea que está buena y coito anal deben ser conceptos inseparables. Siempre.