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El otro día llevé a tres de mis hijos pequeños porque habían visto en un anuncio que en esta tienda customizaban zapatillas de deporte Converse. Les ponían un Doraemon y no sé qué otras cosas. La idea era ir a comprar unos Converse y luego ellos elegían al gato que querían ponerse, las letras, y se lo hacían en la planta de arriba, que era parte de la misma tienda.

Lo que nadie podría imaginar es que ese "servicio" no lo hacían a zapatos de niños, lo hacían solo a zapatos de adulto. Así era. ¿Te imaginas ser un señor e ir a customizarte unos Converse con un Doraemon? Ese es el mundo en el que vivimos. De repente, entre lloros del más pequeño porque no entendía por qué no le querían customizar sus zapatillas, recordé esta foto que hice en Disney este verano en la que se puede ver a un señor que, ya pasados los 30, está comiéndose algo con su "pareja" mientras lleva unos cuernos de ciervo en la cabeza, el hijo de puta. Que tristeza. ¿Y la novia? ¿qué estaria pensando? no se le ve cara de felicidad a ella por tener delante sentado a ese mamarracho.
Bueno adios.
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