Estoy totalmente a favor de los vídeos en vertical, a los cuales diferencio en lo siguiente de los vídeos en horizontal:
Los vídeos en vertical son vídeos poco importantes que grabas para documentar cualquier cosa, enseñar algo a un amigo o decir algo corto en Internet. Se graban en vertical porque, primero, es más fácil y, segundo, la persona que lo recibe lo va a ver en un teléfono móvil.
Los vídeos en vertical son vídeos informales. Como yo lo veo, es así: al cabo del día recibes varios tipos de correos electrónicos, pero pueden dividirse en dos grupos: correos de amigos y correos de empresas (anuncios, ofertas, facturas, promociones, etcétera).
Los correos de amigos no tienen un logo, ni un diseño, ni pretenden ser bonitos. Son correos de solo texto con algún enlace. En la mayoría de los casos, te interesan ese tipo de correos y no te molesta recibirlos; al contrario.
Los correos de empresas son correos perfectamente estudiados que pretenden ser bonitos y tienen ese aire de que nada de lo que ponga en su interior te va a interesar demasiado.
Los vídeos verticales son como ese correo de tu amigo. No esperas mucho, pero sabes que va a ser divertido justamente por eso, porque es algo informal que vas a ver en tu teléfono en 3 minutos. Los vídeos horizontales son otra cosa: son algo editado y estudiado, con música, cortes y, por lo general, no tienen nada de informales.
No se trata de que te gusten o no te gusten los vídeos verticales, se trata de que entiendas que cada tipo de vídeo responde a una cosa totalmente diferente.
En no mucho tiempo empezaremos a ver mucho más los vídeos verticales: serán tomados como algo totalmente normal e, incluso, YouTube tendrá que adaptarse a eso. Entonces, todo el mundo recordará a los 4 listos que siempre se están quejando cuando ven un vídeo en vertical. Más tarde empezaremos a ver los vídeos verticales incluso en la publicidad. Los «creativos» publicistas suelen ser del tipo de gente que se da cuenta siempre de todo tarde y viene a estropearlo. Son como ese que cae mal a todo el mundo y al que nadie ha invitado a la fiesta, pero, aun así, viene y, no contento con estar allí, no para de hacerse el gracioso para que le hagan caso.